María del Refugio “Cuca” García (1889-1973)
María Refugio García Martínez nació en Taretan, Uruapan, Michoacán, el 2 de abril de 1889, en plena dictadura porfiriana, y en el seno de una familia de clase media, con buena posición económica y con una postura política opuesta a la dictadura. Su formación inicial se vio influida por algunas lecturas clásicas en casa, pero también por el activismo social de su padre, que era un activo defensor y benefactor de los necesitados de la región taretana. La familia de "Cuca" García, como se le conoció, fue cercana a la familia Serdán de Puebla, célebres iniciadores de la revolución, y lectora del periódico magonista Regeneración.
La trayectoria de "Cuca" García se vinculó, en diversos momentos, al acontecer político y social que le rodeó, y con el que se comprometió profundamente a favor de los menos favorecidos en general y de las mujeres y sus derechos en particular. Aunque sus primeros acercamientos con quienes lucharon por la revolución fueron a través de su padre, muy temprano ella misma se hizo una reputación, pese a su juventud, de mujer decidida y comprometida con la causa revolucionaria. Cuando aún estaba en el poder Porfirio Díaz, participó en reuniones clandestinas de apoyo al movimiento antirreeleccionista y en su estado natal sirvió a los intereses de la revolución, no sólo con charlas a la población, para hablar de la importancia del movimiento, sino sirviendo como espía y enlace, primero de los maderistas y después de las fuerzas constitucionalistas que combatieron la dictadura de Victoriano Huerta.
Mientras aún estaba en curso la lucha revolucionaria, entró en contacto en la ciudad de México con otras mujeres que lucharon a favor de la revolución, como María Arias Bernal, Elisa Acuña y Dolores Jiménez y Muro y con los trabajadores de la Casa del Obrero Mundial. Seguramente estos primeros contactos calaron profundo en su ánimo y fueron la semilla que alimentó su lucha feminista a favor de los derechos políticos y laborales de las mujeres.
Durante la gubernatura en Michoacán de Francisco J. Múgica, uno de los más radicales constitucionalistas, García participó de forma cercana en su proyecto, a través de su militancia en el Partido Socialista Michoacano (PSM). En ese contexto, la labor de García como educadora e inspectora educativa fue fundamental para el proyecto mugiquista, que estaba empeñado en hacer accesible la educación laica, gratuita y obligatoria, en todos los rincones de su estado. Así, "Cuca" García trabajó como maestra rural, a pesar de no tener la formación de normalista, y fundó varias escuelas rurales en la región de Zitácuaro, desempeñándose, además, como inspectora, animando a docentes y estudiantes a continuar con dicho proyecto educativo.
En 1919 se afilió al recién creado Partido Comunista Mexicano, desde el cual impulsó una agenda a favor de la voz y participación de las mujeres en la vida pública, y el reconocimiento de los derechos a votar y ser votadas y desde el que tuvo también, importantes deberes internacionales, como representante del PCM. Fue también fundadora, en 1935, del Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM) que llegó a tener unas 50 mil afiliadas. Fue aspirante a una diputación, cargo para el que contó con numerosos apoyos, pero por ser mujer no se le reconoció la posibilidad de participar en elecciones.
Ante la cerrazón del PCM de abrir la puerta a la participación política de las mujeres en igualdad de condiciones con respecto de los hombres, "Cuca" privilegió su lucha feminista por encima de su militancia comunista, afirmando que las mujeres tenían derecho a organizarse tanto dentro como fuera del Partido. Hacia 1940 se había separado del PCM por lo que continuó su lucha a favor de los derechos de las mujeres desde el partido oficial, ya entonces PRM. En 1940 apoyó la candidatura de Manuel Ávila Camacho, considerando que quizá por los canales oficiales podría hacer cumplir su afán de que se respetaran los derechos políticos de las mujeres; sin embargo, en 1952 su apoyo a la candidatura de Miguel Henríquez Guzmán reveló su desencanto con el partido oficial y lo que se consideró un abandono del proyecto revolucionario.
Cuando en 1953 se reconoció el voto femenino, "Cuca" quedó en la sombra y no volvió a dirigir contingentes feministas a favor de la emancipación de las mujeres. Sus días terminaron el 16 de julio de 1973, olvidada, sin reconocimiento a su labor en los ámbitos educativo y de derechos políticos de las mujeres, y en medio de la miseria, pues nunca recibió la pensión que solicitó como veterana de la revolución, a la que tan activamente apoyó desde sus inicios.