Grabado de Elena Huerta, “San Pablo”, Guelatao, Oaxaca. Imagen tomada del libro El México de Benito Juárez, edición ilustrada con grabados del Taller de Gráfica Popular, Editorial STYLO, México, 1957, p. 1.
De origen zapoteca, nació un 21 de marzo de 1806 en San Pablo Guelatao, Oaxaca. Su padre Marcelino Juárez y su madre Brígida García fallecieron cuando él tenía tres años de edad; lo mismo ocurrió con sus abuelos paternos Pedro Juárez y Justa López, en quienes había quedado su tutela. Así pues, quedó bajo el cuidado de su tío Bernardino Juárez, quien le enseñó las arduas labores del campo y lo difícil de la vida. Estos fueron algunos de los estímulos de Benito Juárez para querer alcanzar una vida diferente en una región y temporalidad que no ofrecía muchas garantías de desarrollo, según lo recuerda en sus “Apuntes para mis hijos”.
E. Bocourt y L. Chapon, “Benito Juárez, presidente de la República Mexicana”, en El Mundo Ilustrado, 14 de junio de 1862, Paris, p. 1.
Estudió latín, teología, moral y filosofía en el Seminario Pontificio de la Santa Cruz y, por su cuenta, comenzó a leer textos distintos a los de su formación, mismos que contribuyeron a sus futuros ideales políticos de verdad, respeto y libertad. Hacia 1827, ingresó a la carrera de Jurisprudencia en el Instituto de Ciencias y Artes, famoso por sus afinidades al liberalismo, que le lega y reafirma los deseos de una nación igualitaria, soberana y encaminada al progreso prometido por los nuevos tiempos de la centuria decimonónica.
Jorge González Camarena, Benito Juárez (1968), óleo sobre tela, Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec, INAH. Secretaría de Cultura, México.
La llamada Ley Juárez de 1855, giraba en torno a la abolición de privilegios de clérigos y militares; así como la impartición de justicia civil. Otras dos legislaciones son claves: la Ley Orgánica de Registro Civil (1859), la cual atraía al Estado el registro de nacimientos, matrimonios, fallecimientos o adopciones; y la Ley sobre la Libertad de Cultos (1860), que garantizaría la libertad individual de profesar cualquier religión, además de vigilar que no haya ninguna coacción, obligación o pena de alguna institución por actuar de tal modo.
Grabado de Alberto Beltrán, “Las Leyes de Reforma” (1955), en Raúl González Lezama, Benito Juárez. Transformar y defender a México, INEHRM, México, 2020, p. 22.
La Reforma y la Guerra conocida con el mismo nombre, fue un periodo de la historia de México que se caracterizó por la disputa entre liberales y conservadores, a consecuencia de una serie de disposiciones de carácter político, social y económico. Los primeros, en donde se encontraba Benito Juárez, pujaban por la administración civil de todas las actividades de la sociedad; mientras que los segundos, pugnaban por continuar con la tutela de la Iglesia sobre los asuntos públicos. Algunas de las medidas de mayor resonancia (desde la década de los cincuenta del siglo XIX) fueron: la ley de impartición de justicia civil (Ley Juárez), la ley de desamortización de fincas rústicas (Ley Lerdo), la ley de libertad de imprenta (Ley Lafragua), el decreto para la nulidad del cobro de aranceles eclesiásticos (Ley Iglesias), la propia Constitución de 1857, la ley de nacionalización de los bienes del clero o la ley de libertad de cultos. El término temporal de las hostilidades entre dichos bandos, ocurrió tras las derrotas conservadoras en Silao, Guadalajara y Calpulalpan; así como con la toma de posesión de Benito Juárez como presidente de la República el 15 de junio de 1861.
José Escudero y Espronceda. Retrato del Matrimonio Margarita Maza-Benito Juárez (1890), Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec-INAH-Secretaría de Cultura.
Se casó con Margarita Maza el 31 de julio de 1843, hija de Petra Parada y Antonio Padilla, pilares de una familia acomodada de la ciudad de Oaxaca, en cuyo hogar trabajaba la hermana y cuñado de Benito Juárez, María Josefa y Tiburcio López.
Tuvieron doce hijos, nueve mujeres y tres hombres. Manuela, Felícitas, Margarita, Soledad, María de Jesús, María Josefa y Benito. María Guadalupe, Amada y Jerónima Francisca murieron de corta edad; lo mismo ocurrió con José María y Antonio, quienes fallecieron durante el exilio de Margarita Maza en Nueva York, Estados Unidos.
Primitivo Miranda, Tropas republicanas en una venta de camino a Puebla (1858), óleo sobre tela, Museo Nacional de las Intervenciones ex Convento de Churubusco-INAH-Secretaría de Cultura, México.
Los triunfos en la Guerra de Reforma y la lucha contra la Intervención Francesa y el Imperio, no hubieran sido posibles sin el apoyo popular del pueblo de México. Estos acontecimientos produjeron tropas, por momentos superadas en número y no tan bien armadas ni preparadas; sin embargo, con una gran vocación patriótica, de servicio, dispuestas a combatir tanto a los privilegios e injusticias del antiguo régimen, como a los invasores extranjeros que ponían en predicamentos la libertad y soberanía mexicana.
Patricio Ramos Ortega, Batalla de Puebla (1862), óleo sobre tela (1/4), Colección del Museo de Historia Mexicana, Gobierno del estado de Nuevo León, México. Disponible en: Batalla de Puebla - 3 museos [Última consulta: 12 de julio de 2022].
A consecuencia de la suspensión de la deuda extranjera por parte de Juárez el 17 de julio de 1861, la Alianza Tripartita, compuesta por Inglaterra, España y Francia, decidió intervenir militarmente en México. Tras una negociación con Manuel Doblado, las dos primeras potencias decidieron retirarse; cuestión diferente de Francia. La cual avanzó, con resistencias mexicanas, desde el puerto de Veracruz hacia el centro del país. Así pues, contra todo pronóstico, las tropas mexicanas al mando de Ignacio Zaragoza vencieron a las del general francés Lorencez en Puebla, el 5 de mayo de 1862. En consecuencia, Napoleón III decidió redoblar el ataque sobre México, cambiando la situación de manera radical para los galos.
Autoría anónima, Juárez en camino a Chihuahua (1902), litografía, México. Imagen tomada del libro El triunfo de la República, INEHRM, México, 2018, p. 15.
Ante la llegada de numerosas tropas francesas, Benito Juárez decidió abandonar la capital del país el 31 de mayo de 1863, junto a su familia y gabinete, con la finalidad de resistir desde los demás estados de la República, estableciendo su capital en San Luis Potosí, Saltillo, Monterrey, Chihuahua, Paso del Norte y Zacatecas. Ciudades que también demostraron la voluntad del pueblo mexicano por ser una nación soberana e independiente, a pesar de las vicisitudes inherentes a la ocupación extranjera. En paralelo, los conservadores aprovecharon el momento y los espacios para establecer una monarquía en México, que tuviera a la cabeza al archiduque austriaco Maximiliano de Habsburgo, a quien le ofrecieron el trono; éste aceptó.
Albert Graefle, Maximiliano de Habsburgo (1865), óleo sobre tela, Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec, México.
Al desembarcar junto a su esposa Carlota en el puerto de Veracruz, el 28 de mayo de 1864, Maximiliano asumía como monarca de México. Para desventura de quienes lo trajeron, el encargado del llamado Segundo Imperio buscó gobernar con cierta igualdad, libertades y reconocimiento de los derechos, cuestiones que desmotivaron el apoyo de los conservadores con el paso de los meses. Aunado a ello, continuaba la tenacidad mexicana en diferentes puntos del país con importantes victorias y Napoleón III había concluido que sus tropas debían regresar debido al contexto internacional, ello ocurrió desde 1866. Esto profundizó la crisis del Imperio, que culminó con la salida de Maximiliano de la capital y el avance de Benito Juárez hacia ésta. El archiduque austriaco fue aprehendido, y fusilado junto a Tomás Mejía y Miguel Miramón en Querétaro el 19 de junio de 1867. La República recogía los frutos de su resistencia
Alberto Beltrán, Entrada triunfal de Juárez a la a capital el 15 de julio de 1867 (ca. 1945), grabado, Colección del Recinto Homenaje a Benito Juárez, Palacio Nacional, SHCP, México.
Tras la derrota del Segundo Imperio Mexicano, encabezado por Maximiliano de Habsburgo, Benito Juárez realizó su entrada a la Ciudad de México para el restablecimiento de la República. Con este hecho, pronunció un manifiesto al pueblo de México el 15 de julio de 1867, que decía lo siguiente:
“Mexicanos: encaminemos ahora todos nuestros esfuerzos a obtener y a consolidar los beneficios de la paz. Bajo sus auspicios, será eficaz la protección de las leyes y de las autoridades para los derechos de todos los habitantes de la República. Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Tiburcio Sánchez, Juárez (1889), óleo sobre tela, Colección del Recinto Homenaje a Benito Juárez, Palacio Nacional, México.
El 11 de mayo de 1867, el Congreso de República Dominicana, a petición del diputado Antonio Delfín Madrigal, declaró a Benito Juárez como “Benemérito de las Américas” al enterarse del triunfo mexicano sobre los franceses. Hecho que significaba un golpe de soberanía nacional sobre los intereses extranjeros, e internacionalmente una bocanada de fuerza y autonomía para las naciones del continente ante posibles amenazas del exterior. Precedente a ello, dos años antes de tal distinción, el 2 de mayo de 1865, el Congreso de Colombia expidió un decreto mediante el cual destacaba que el oriundo de Guelatao era digno de ser distinguido por su abnegación y perseverancia en defensa de la independencia y libertad de México.
Ilustración del velorio de Benito Juárez en Palacio Nacional, en México y sus costumbres, tomo I, número 3, jueves 1 de agosto, México, 1872, p. 1. Disponible en: aquí [Última consulta: 11 de julio de 2022].
Murió en Palacio Nacional, tras tres infartos previos, a causa de una angina de pecho a las 23:30 horas del 18 de julio de 1872; un año después que su esposa Margarita Maza. Fue enterrado en el panteón de San Fernando de la Ciudad de México.